jueves, 12 de noviembre de 2009

Mi metáfora.

Dónde habrá quedado, esa metáfora irresistible, como tu imagen pidiendo un abrazo. Dónde se habrá marchado, la metáfora más hermosa, como el contemplar la figura de tu cuerpo. Qué habrá sido de esa metáfora inexplicable, como el camino de tus rizos hacia la gloria.
Un avivar sin sentido, un desmayar sin retorno, una beldad sin confines, un hipnotismo sin inconciente, que naturalmente me lleva a flote entre nubes de flores y vista al mar.
Es allí donde no existe horizonte, y es aquí, donde los tienes para elegir. Donde no se discrepa distancia y puedes mecerte hacia donde ambiciones. Un territorio incomparable a lo demás, donde lo que has percibido hasta ahora, sin duda cambiará de parecer.
Es allí donde emerges tú, con el alma limpia y una forma apreciable, inmaterial, como las auténticas inquietudes de la vida, como el amor propio, los valores y las virtudes. Eres sin materia, como todas ellas, puras.
Un sueño, en el que los pellizcos hacen daño, pero no despiertan. Un juego, el más juicioso de todos, donde apostas la vida entera, por amor. Un viaje, con retornos eventuales, si es que realmente te comprometes, para volver de el, pisando fuerte, evitando desmoronar.
Tu mente en acción, es tiempo de meditación. Para cambiar, para ser mejor. Intercambio divino de pensamientos, proclamando tu palabra. Silencios, incertidumbre, no te encuentras donde ves que estás. La carcajada delatadora de una gran felicidad al sentirse con él en lo profundo del corazón, y las frases sin sentido, fáciles de entender.
Llega el lapso del descanso, de tan precioso éxodo, hasta apreciar nuevamente la gravedad, que indica nuevamente, que debemos montar el traje de soldado, y luchar contra la babylón.
La metáfora ha vuelto, y es motivo de celebración. Gran bienvenida y aprecio, para que conviva en mis párrafos, por siempre.

Dreadlock.

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