martes, 24 de julio de 2012

Inmaterial.

Que desagradable manera, la de empezar este escrito. Pero no puede ser de otro modo, si no es desprestigiando a la maldita sociedad consumista y materialista. Lamentablemente hoy somos lo que aparentamos. Lo que vestimos, lo que llevamos. Hoy somos un número en cuentas bancarias, o un número en centavos o billetes. Hoy somos un Dolce & Gabanna. Un deportivo Nike, o un elegante Lacoste. Cotizamos por nuestro vestir, dependiendo del nombre de la etiqueta, con un sello original o serás un pobre diablo de imitación. Duele no ser valorado por buena persona. Por pensamientos, ideologías, o simples actos de amor. Duele esforzarse por ser mejor y solo ser observado por uno mismo. Duele, realmente duele, pensar en la disimulada esclavitud detrás de un negocio de consumo masivo. Personalmente me lastima pensar en los millones derrochados en prendas, teniendo en cuenta la desigualdad de otros millones muriendo de hambre. El consumo, te consume. Mientras acá la gente se enferma por sobre-alimentación, demasiado cerca, mueren por desnutrición. Si seremos egoístas. Si seremos egocéntricos. Si seremos realmente idiotas, al creernos más, al sentirnos felices, por haber adquirido nuevas prendas de etiqueta, nuevos modelos de automóviles, sin ni siquiera aportar un porcentaje mínimo de nuestra riqueza, o de nuestro tiempo, para ayudar a los necesitados. Hoy me tratarán de ignorante. El día de su muerte me considerarán un poco más, simplemente al ver, que tu riqueza no te dio la felicidad, y que ella no puede ir con vos al cajón. Y me verás a mí, orgulloso de irme al cielo, con mi alma generosa y solidaria, que durante su aventura en este mundo, en este cuerpo, supo valorar lo que realmente se queda con ella, y no se interesó por toda la porquería que no estará más. Es que cuesta abrir los ojos, ver que la sociedad te transforma. Te quiere convencer, para no perderte lo ultimo de la moda. Sin ver que realmente, la moda no existe, y cuando obtengas lo último, ya será lo viejo. Y así te incitará a querer más, y te hará ambicioso, egoísta, materialista, olvidando lo divino, lo bello, lo real, lo verdadero, lo que te hace feliz, y tu mente estará a cargo de vos, absorbiendo toda esa información de los medios, de la estúpida ideología consumista, y serás un esclavo más, para fomentar su propia riqueza, olvidando que solo hay que escuchar al corazón, que dicta lo verdadero para ser feliz, porque en él está lo que se queda, está en la voz del alma lo que realmente sentimos con todo nuestro ímpetu. Y recordá, que cada vez que estés confundido, que no sepas encarar una situación, que no puedas transmitir tus sentimientos, que te sientas colgado en un mundo que no era lo que esperabas, será por dejarte llevar por la mente, esa pobre cabecita que desde inmadura recibió toda clase de información, como ideas políticas, nociones económicas, mecanismos de control, y tantas cosas más, que formaron una confusión monumental por lo que solo escuchas voces de otras fuentes, y no podes dar oídos a la de tu propia alma, que es la única verdad, por la algarabía que forma tanta mugre en tu cabeza.

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