lunes, 22 de febrero de 2010

Escapo.

El mar hoy es el sonido de mi calma y dejo atrás oídos aturdidos de tanto descontrol de la ciudad. Mi alma, cristalina como el agua, se siente libre en este lugar y el corazón dicta las leyes hacia la felicidad. Vivo otra vez y es distinto a lo que dejé atrás. Todo lo malo ya cesó para permitirme meditar y volver con todas mis fuerzas a la gran ciudad. Las olas bailan la misma canción que mis pies con un movimiento que podría relajar hasta al espíritu más salvaje. La arena es un masaje para la piel y la brisa me hace sentir vivo.

Dreadlock.

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